Thursday, April 18, 2024

“Poética del no-saber o La mutante fragilidad de los entes”: una lectura del libro ‘Habría de abrir’ de Rolando Revagliatti

 

María Rosa Maldonado

 


Y si se abriera, qué habría en el abrir, cuando la condición de abrir va con delicadeza impensada y, sobre todo, sin abrirse?

Decir sin decir o decir para negar. O negar para afirmar.

En todo caso, en estos poemas algo se desliza de su sitio, se disloca. Esa idea, esa que debería abrirse, sugiere un no-mostrar. Sin cerrarse, tampoco se difunde. Susurra al oído el secreto desarreglo de los saberes. Disloca lo que siempre ha estado dislocado. Un mundo creado por el pensamiento. Poco confiable.

Y la dislocación de la idea se corresponde con la dislocación del lenguaje. Lo que estaba aquí, ahora está allá. El predicado se hace sujeto. El sueño, lo real.

“No le enseñaron a denominar sueños / a lo que él tiene”

Los poemas de Habría de abrir implican una forma de búsqueda de la verdad, filosofal, mediante la aceptación y el rechazo del mismo concepto. Cuando lo que muta es el sujeto el mundo muta con él.

No se trata aquí de una reducción al absurdo. El absurdo, tanto como la nada, también son in-ciertos. La dialéctica va y viene entre dos opuestos. La realidad excede toda lógica. El autor no pretende un pensamiento esencialista. No encontraremos por aquí las ideas platónicas. Lo múltiple no hace referencia a lo uno. Simplemente lo que es se manifiesta en la mutante fragilidad de los entes.

El ser humano no está frente a lo pavoroso (ominoso?), pertenece a lo pavoroso. Es su modo de ser-en-el-mundo.

“Ni me asomé / y mucho menos me caí // Mi pertenencia a él / y en él mi residencia ininterrumpida”.

Encontramos en estos poemas de Revagliatti expresiones o frases, como ya indicamos, que contienen o implican contradicciones. Y la afirmación persuasiva de un no-saber.

Este no-saber es un planteamiento de ruptura con respecto al “saber” establecido por el sistema que se rebela como vacío o preñado de ideología. El autor aconseja:

“Que no lo diga todo / que se cuide // que todo lo que diga / sea lo no todo / que podría decir // y sea lo no todo / que podría / diciéndolo / no decir”.

He aquí un disimulador. Pero qué es lo que disimula? O lo que no disimula al disimular. Lo que Habría de abrir, abre una estética original y persuasiva: La ironía, disimulo o ignorancia fingida, expresa algo muy distinto o incluso lo contrario de lo que se dice o escribe, oposición entre el mensaje aparente y el que el autor pretende transmitir. Pero para que se esclarezca el sentido del sinsentido hace falta compartir implícitamente una serie de valores o conocimientos. Un modo de participar en la búsqueda.

“Llegaré hasta donde / no hay más // No lo cubriré / sin embargo / todo // No lo sepultaré.”

Queda para el lector la reconstrucción de lo abierto en lo que aparece como cerrado, leer más allá de las palabras. Ese es el poema.

 *‘Habría de abrir’, Editorial Leviatán, Buenos Aires, 108 páginas, septiembre 2023.

 


Sueños de Goya/pesadillas del Goyo

 Jorge Etcheverry

Fue en esos tiempos de las visitantes, esas mujeres chicas que el mismo Goyo decía habían aparecido de repente y que no se sabía si eran extraterrestres o ya estaban entre nosotros desde tiempos ancestrales, pero que sí tenían un enorme e imprecisable poder del que muy pocos eran conscientes. Eso decía antes de que empezara a tomar la pastilla. En una de esas sesiones y controles médicos a que yo también asistía por una condición temporal fue donde conocí al Goyo, un artista latinoamericano llegado hacía algunos años que se había obsesionado con cierto tipo de arte, el de Ensor, Bresdan, Redon, Bosh, Brueghel, las ciudades perplejas de Piranesi, las tiras cómicas de Druillet (que fue el que hizo el póster de Quest for FIRE, cuyo estreno tuve la suerte de ver en París hace bastantes años), Gigier, que concibió el Alien de la película homónima, pero sobre todo con los sueños de Goya, claro que esta obsesión era parte central de su cuadro clínico (así se dice). A veces tenía pesadillas de las que se despertaba gritando y bañado en sudor. Otra veces no podía dormir nada, y se pasaba la noche haciendo dibujos y pintando, con bastante talento, pinturas inquietantes, una de las cuales me regaló, bastante impresionante, pero que en ese entonces yo ponía dada vuelta contra la pared. Ahora ya no me afecta tanto.

Por supuesto que no tuvo éxito en sus intentos de conseguir plata con los organismos de financiamiento de las artes que no voy a nombrar, ya que alguna vez espero que me suelten algunos morlacos por estos textos que gentilmente me publica en esta página mi amigo Jorge, él mismo un poco aficionado a la plástica. Pero sus frecuentes solicitudes, así como sus diligencias para una exposición se topaban con las limitaciones de lo que en estas latitudes se considera como arte, pocas y claras ideas centrales que no confundan y que puedan ser agarradas al vuelo por cualquier espectador ocasional (un poco lo que llaman ‘arte conceptual’), buenos materiales, caros, una ejecución limpia, con colores si se puede brillantes. El Goyo concedía, eso sí, que se estaba produciendo una revolución de las artes decorativas en Canadá. Entonces, ya más tranquilo se instaló un blog donde pone sus cosas, con bastante éxito en otros países, aunque no le reporte platas. Y así ahora que puede tomarse una que otra vez su cerveza se viene a veces a este restaurancito con otros miembros de esa fauna a quienes les digo que siempre pregunten por mí cuando llegue, aunque ya me hayan visto, para que me sigan aceptando con la premisa de que les llevo clientes.

Así es el Goyo como llega a veces con la Guagua que ahora ya no trabaja de estriptisera sino que en un restaurante de Hull bastante bueno, donde es la única parte de la ciudad donde he podido comer un filet mignon de cheval y donde ella dice que hace más plata en propinas de lo que sacaba empelotándose. Y junto con ellos viene también un escritor, poeta, prosista, crítico, cronista, que ha incursionado en el cine, la traducción, la enseñanza, la plástica, la edición y la política, multifacético personaje al que le dicen “el mosca”, por que las moscas tienen ojos multifacetados y que el otro día nos trataba de explicar la antipoesía, que según él se trataba básicamente de una cosa de contexto y salió con este ejemplo. El dicho tan común “ni corto ni perezoso” es bastante universal en la lengua castellana. Pero si le ponemos un título ‘x’ va a cambiar, se va a “recontextualizar” como decía él, en otro cosa totalmente diferente, a saber:

El miembro ideal

Ni corto
Ni perezoso


Y lo pongo a manera de ejemplo, aunque pueda ofender, aprovechándome quizás de los últimos momentos de libertad de la internet, que el director de esta página dice que tiene los días contados. Se dice que este poema ya había sido difundido, y con bastante interés, por los miembros del taller Filorte, que se autodefine en su mandato como “una organización cultural de base de afirmación genérica masculina” y que pretende defender a sus miembros del --para ellos-- opresivo feminismo en Norteamérica. Bueno. Sin comentarios. Y me olvidaba de decirles que el poema que sirve de epígrafe a esta nota también es del mosca.

 

Wednesday, April 10, 2024

Comentario sobre las claves del Necronomicón

 
Arturo Méndez Roca 

Lo cierto es que el Necronomicón es un texto científico (de alguna manera) entre otras cosas, y bastante difícil de leer, al menos en parte, ya que en parte está cifrado, aunque no se trate de un código tan complejo como el del manuscrito Voynich, que ha desafiado por más de un siglo los intentos de los descifradores humanos y computacionales. El Necronomicón es en parte una cosmogonía (el texto de la izquierda), con las figuras retóricas y apoyaturas rítmico vocálicas aliterativas y onomatopéyicas típicas de los textos aprendidos de memoria para ser declamados ante audiencias colectivas, lo que demuestra que alguna vez esa mitología o cosmogonía fue parte del acerbo cultural de una colectividad. Después viene el texto del centro, en código, y a la derecha viene algo que a falta de mejor nombre propondría denominar álgebra del espíritu, o álgebra cultural, lo que no es de extrañar por el papel de los árabes en el desarrollo de las matemáticas, el álgebra y la geometría. Para dar una idea, en el medio de una ecuación que se semeja a un algoritmo, se llega a una fórmula que sería, en traducción (bastante) libre del inglés (que a su vez es traducción del árabe moderno que es la versión que manejó el pobre Yusuf Nehme y que vertió al inglés), sería la ‘Fórmula de Dios’:

D = R = M+M

Es decir Dios igual Religión igual Mediación Moral,

Que más o menos implicaría que la figura de Dios (cualquier dios) vehiculiza una religión (una religión n) que implica a la vez la existencia de una moral y la necesidad de una mediación para operatividad de esa moral. Me explico. En términos cristianos o musulmanes, primero está la acepción de Cristo o Mahoma por el creyente y luego vienen normas, decálogos, disciplinas y una moral. En general, esta moral no está inmediata o directamente en el por así decir ‘horizonte de expectativas’ del creyente—como podría estar por ejemplo para un Sócrates—, sino mediada por la aceptación previa del Dios. Así, el arbusto incombustible que es Dios le pasa a Moisés un decálogo, pero podría haber sido otra cosa, con otros principios. Lo que lo valida es no su valor ético de por sí, sino el hecho que Dios lo origina u ordena. De ahí se desprende el interesante problema para el filósofo o el estudiante de la Naturaleza Humana de si es posible que el Ser Humano pueda mayoritariamente adoptar una ética o moral, cualesquiera, que no esté mediada (prestigiada) por una divinidad o su versión laica.


Tuesday, April 9, 2024

Qué pasó con los pájaros

 

Jorge Etcheverry Arcaya 

Qué pasó con los pájaros, que ya no volamos sino bajo, bajito, pegados casi a los tejados, ni siquiera de las puntas diamantinas de los rascacielos esos, nuevos, relativamente Sino más bien a la altura de las casas a lo más de dos pisos, o tres, más o menos de nuestro tiempo, de nuestros barrios en los que nacimos O de estos otros barrios que nos hemos encontrado por aquí, por allá, en otras tierras ahora nuestras. Abramos o cerremos las persianas para marcar el inicio, el fin de los días, el mundo se despliega afuera más o menos de la misma manera y es lo más probable que así siga. Lancemos esos otros pájaros más chicos a la vida, nuestras variadas progenies Vedlos ahora volar, es su turno de darse unas vueltas, con más o menos acierto o suerte. Unos como gorriones, pardogrises y apresurados, otros los menos, como águilas y halcones, por allá arriba, ya casi no los vemos.


Monday, April 1, 2024

La ciudad verde

 Jorge Etcheverry Arcaya

Y entonces habló de sus sueños de loco, que le dicen, creía imaginar vastas ciudades casi piranesianas de torres altas y cristalinas, pero que no engañaban a los pájaros que entonces no iban a estrellarse en bandadas contra esos falsos cielos. Puentes techados o no habrían de comunicar entre si las estructuras más altas, que se  verían reproducidas en las profundidades subterráneas por miríadas de túneles y bóvedas. Vastas terrazas ondearían árboles ostentarían sembrados praderas de hongos  cardúmenes que se extenderían bajo la tierra. Entre los bloques de edificios veríamos parques corrales aviarios terrenos sembrados. La luz del sol se reproduciría mediante espejos, su energía la albergarían y multiplicarían innumerables paneles. Eso me dijo, y pensé que ese tono arcaico y profético colocaba al manifiesto—si alguna vez le daba esa forma a sus ideas—más  bien entre esas tantas expresiones religiosas y proféticas manidas, y que quienes diseñan o conciben de hecho las políticas no lo iban a tomar en serio. Pero me dijo también “Mira, te voy a seguir mandando por interno cosas sobre la Ciudad Verde”.



 

Wednesday, March 27, 2024

León Félix Batista: “la enajenación y escisión del ser en el destierro”

 


Autor de casi una decena de poemarios, gestor cultural y nombre destacado de la poesía latinoamericana contemporánea, el dominicano radicado en Nueva York León Félix Batista (1) integra la colección Gala de Poesía del sello estadounidense Pro Latina Press (2). Aquí responde a distintos interrogantes acerca del género y su propia trayectoria dentro de él.

Por Luis Benítez

Imágenes: Cortesía archivo personal del autor y de Pro Latina Press 

1. ¿Puede señalarnos las diferencias temáticas y estilísticas producidas entre uno y otro de sus poemarios publicados hasta la fecha?

He publicado nueve libros originales de poesía en 35 años: El Oscuro Semejante (1989), Negro Eterno (1997), Vicio (1999), Burdel Nirvana (2001), Mosaico Fluido (2006), Pseudolibro (2008), Un minuto de retraso mental (2014), Música ósea (Cascahuesos, Perú, 2014) y Poema con fines de humo (2022, Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de Henríquez 2021), de los cuales existen varias ediciones, “excrituras” y antologías, que se elevan a la escandalosa suma de 25 publicaciones.

Mi primer libro trata el tema de la enajenación y escisión del ser en el destierro, el hecho abrumador de duplicarse, de convertirse en dos sin dejar de ser uno, por el que pasa un emigrante. Lo que nunca he podido matizar cuál de los dos en quienes el sujeto poético se convirtió era el otro, quién era el oscuro semejante de quién.

A este debut impreso siguió una trilogía erótica, compuesta por Negro Eterno, Vicio y Burdel Nirvana. Hay un desfiladero temporal entre mi primer libro y el segundo, pues me mantuve durante 8 largos años tratando de adquirir una voz literaria lo más auténtica posible, distinta al menos de la estética marcada por mi generación poética dominicana. Esos 3 libros son los que más marcadamente sondean el lenguaje (de ahí que algunos críticos me empezaran a asociar al neobarroco), lo que constituyó una vuelta a mi impulso original de lo complejo, al instinto cerval con el que empecé a escribir: torciendo el cuello a la sintaxis. Tal vez por eso escribí toda una trilogía, como poeta niño con juguete nuevo.

En una etapa siguiente (quién sabe si no agotada todavía), a causa de haber vuelto a residir un par de años en mi país, redescubrí el mar Caribe –a cuyas orillas había nacido–: su movimiento perpetuo, las olas rizando el rizo, el vaivén de las mareas, la pleamar. Y lo quise replicar en mi poesía. Así, escribí al mismo tiempo un extenso poema en prosa (Pseudolibro, sobre el tiempo y su imposibilidad real) y otro en cantos de versos cortos (Mosaico fluido, el mar visto como un ser viviente, estructura biológica delimitada por la membrana de la tierra). Y volví a este método con Música ósea (acerca del cuerpo y su plasticidad) y Un minuto de retraso mental (los procesos mentales del recuerdo). Quizá ha sido un modo de asumir mi doble, el poema siamés del primer libro.

Recientemente ando en busca del silencio con Poema con fines de humo, último libro publicado.

 

2. ¿Cuáles fueron los poetas que más influyeron en su obra y de qué modo lo hicieron?

Las influencias de un poeta son, por lo regular, de difícil precisión, y a veces más visibles para el lector que para el propio escritor (que las “padece” como angustia, para estar al tono de Harold Bloom). He leído mucho y de todo, dejándome permear por lo que leo, sea poesía o no. Puedo, no obstante, aventurar algunos nombres, cazándolos como libélulas de mi bosque literario. Por ejemplo, hace unos días me di de golpe con dos poemas que publiqué a los 20 años en una revista del taller literario de la universidad en que estudiaba. Uno de ellos citaba a Lezama Lima y el otro a Roberto Juarroz (a quien conocí personalmente a los 18). Uno de los textos se titulaba “Pastiche de Plotino” y el nombre de aquel taller literario era “César Vallejo”: he ahí influencias que invocar y estrategias de escritura.

También he estado traduciendo poesía desde muy joven, por lo que sospecho que deben haberse inoculado en mi tintero los decires de ciertos poetas norteamericanos, desde la línea Pound-Eliot-Williams, pasando por los objetivistas y John Ashbery, James Schuyler y Philip Lamantia, hasta David Antin, Clayton Eshleman y Lyn Hejinian.

Añadiría a Fernando Pessoa, lo que conduciría a preguntarse cuál de sus personas, además de que no hablo portugués.

 

3. ¿Cómo se sitúa usted dentro del panorama poético latinoamericano actual?

Como un ave rara (con plumaje mixto de distintas especies). Siempre he sido un outsider de grupos, tendencias, generaciones, y sé que en literatura a veces se paga caro el no pertenecer. Pero vale la pena que la pluma vuele de manera libérrima, a contracorriente o remando por las márgenes. Me fui por el camino de la comunicabilidad oblicua, y no me quejo por llegar más tarde, rechazando los atajos. Me he propuesto irritar, remover, incomodar más que agradar con esos textos que tienen incluso la fortuna de que alguien transija en llamar “poemas”. Esa es la razón por la que he “sacado la lengua” (literaria) a mis lectores publicando como poemarios catálogos de moda, diccionarios o playlists. Dos de mis libros se titulan “Prosa” y otro es un “seudo” libro, un falso libro, un libro que no es tal, que da igual cómo se lea, pues no conduce a ninguna parte. El prototipo sería Oliverio Girondo, quien publica un libro complejo bajo el tramposo nombre de 20 poemas para ser leídos en el tranvía, y lo comienza señalando la ridiculez supina del “prejuicio de lo Sublime”.

Si la literatura es un concierto de palabras, a mí me encanta desconcertar. Pero no soy el único en el panorama poético latinoamericano actual, de modo que, rara avis, vuelo a solas, pero no solo: varios vamos rompiendo la armonía de la nube de estorninos, corrompiendo la bandada de las letras.

 

4. ¿Cómo define las características temáticas y formales de Seis amnesias, su último título publicado por el sello Pro Latina Press, de Nueva York?

Mi libro Seis amnesias es una compilación de partes de 6 libros premiados: Negro Eterno (accésit Premio Nacional de Poesía Casa de Teatro 1996), Vicio (accésit Premio Nacional de Poesía Casa de Teatro 1998), Burdel Nirvana (Premio Nacional de Poesía Casa de Teatro 2000), Mosaico Fluido (Premio Nacional de Poesía Emilio Prud'Homme 2005), Pseudolibro (Premio Nacional de Poesía Universidad Central del Este 2006) y Un minuto de retraso mental (Premio Nacional de Poesía Emilio Prud'Homme 2013). El hilo maestro que los une son los galardones. Pero también representan mis segunda y tercera fases de escritura ya descritas en la primera respuesta a esta entrevista, dejando deliberadamente fuera la primera (el prototipo, el ensayo, la etapa de gateo) y la más reciente, que está en proceso.

¿Por qué amnesias?, nos podrían cuestionar. Lo responde mejor el comentario en contratapa: “la manera más sublime de continuar un hilo de escritura es olvidarla a medida que esta recibe la luz de la impresión y hasta que vuelva a ser iluminada por el ojo de un lector. Por eso Seis amnesias renace cada vez que alguien abre este libro y recobra en muestras de Negro eterno, Vicio, Burdel Nirvana, Mosaico fluido, Pseudolibro y Un minuto de retraso mental la trayectoria fulgurante de una poética singular.”

Me emociona que Pro Latina Press incluyera este libro mío en su ya prestigiosa Colección Gala de Poesía. Y más por un detalle: aunque parezca increíble, es mi primera publicación en Nueva York, mi segunda ciudad-país, donde he vivido la mitad de mi vida.

 

5. ¿Cuáles son sus próximos proyectos poéticos?

Tengo por costumbre no comentar detalladamente sobre proyectos literarios en agraz. Me gusta que maduren. Uno suele decir “estoy escribiendo un libro” y, sin embargo, un libro solo es libro una vez escrito, cuando adquiere una forma definida (no necesariamente impresa). Prefiero hablar de Work in Progress. Pero llevo varios rumbos de escritura, varios cuadernos que se van borroneando, inéditos –me parece que siete– que tomo y dejo, abordo y anclo en aguas mansas hasta que pase la tormenta, y que avanzan a distintas velocidades. De manera general, puedo adelantar que escribo uno de haikú (450 escritos ya, que pretendo llevar a mil), un bestiario, uno que imita una novela, otro que es un texto abierto sobre el misterio de la materia (y que tal vez sea póstumo), uno de aforismos desaforados y dos más de tema trágico: un siniestro personal y un drama colectivo.

 

6. ¿Cuál es su visión de la poesía latinoamericana contemporánea?

La poesía latinoamericana del momento ha sabido respirar ante la desaparición de grandes movimientos y voces por un lado, y ante el empuje de un abrumador proceso de banalización del hecho poético por otro. Se agotaron las vanguardias, y empezó la dispersión, pero entonces, todavía, se podían distinguir poéticas particulares: César Vallejo, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Lezama Lima, Nicanor Parra, Octavio Paz, en fin, los “fundadores de la nueva poesía latinoamericana”, como los llamó Yurkievich, y otros más.

Sumada al caldo cierta poesía española, en un diálogo cada vez más fértil, estos ingredientes han condensado en el caldo poético de hoy, en el que priman las fusiones, la intertextualidad, lo anticonvencional, las apuestas arriesgadas. No podemos decir que la poesía latinoamericana contemporánea se caracterice por la indefinición, acaso sí por elusiva y por la práctica del desplazamiento.

El canon estalló como granada de mano, y luego vino la internet, los followers, los likes, el cocimiento del texto aprisa y su comercialización antes de que se convierta en fiambre indigestible.  El signo de estos tiempos es que el centro se encuentra en todas partes, y la poesía nos embosca desde un no-lugar con nombres, arrojando sus palabras expansivas.

 

7. Respecto de su labor como gestor cultural, ¿en qué consiste y bajo qué principios la desarrolla? 

Soy gestor cultural por vocación, profesión y oficio, es decir, por ímpetu natural, académicamente y en la práctica. Realicé una maestría en la gestión de proyectos culturales y creativos y diplomados en edición y gestión cultural, pero, mientras iba acumulando certificaciones oficiales y académicas, llevaba añales como editor de libros y revistas, armador de diccionarios culturales y directorios de escritores, organizador de festivales de poesía, congresos de teoría, conferencias magistrales, etc. Los diplomas, como un certificado de nacimiento, solo vinieron a enunciar una realidad de hecho.

El germen de todo estuvo en mi prehistoria literaria, pues en la adolescencia participé en la fundación –y fui directivo de– círculos y talleres literarios, así como en proyectos de distintas revistas, en su mayoría efímeras. Una vez en el exilio en Nueva York, creé en los 90 la editorial Cantus Firmus, que alcanzó a publicar a 3 autores medulares: José Kozer, Eduardo Espina y Silvia Guerra. Después acudí al llamado de la patria para dar forma a la Editora Nacional, frente a la cual estuve por 12 años (2004-2016) y edité cerca de 800 libros. Al mismo tiempo, fundé otra editorial (Libros de Viento y Borra) y formé parte del comité organizador del Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo, de cuya última etapa fui director, hasta su desaparición en 2020. Actualmente continúo como editor de contenido de una revista, corrector de estilo y editor freelance.

 

NOTAS

(1)León Félix Batista nació en Santo Domingo, República Dominicana, en 1964. Algunas de sus obras publicadas en América y Europa son: El Oscuro Semejante (1989), Negro Eterno (1996), Delirium semen (2010), Caducidad (2011), Sin textos no hay paradiso (2012), Joda poética completa (2013), Mosaico Fluido (2014), Música ósea (2014), Un minuto de retraso mental (2014, 2013), El hedor de lo real en la nariz imaginaria (2014), Duro de leer (2015), Próximo pasado (2018), Prosa de fabricación casera (2018), Delirium (2020), Globos de ensayo y error (2020) y Poemas con fines de humo (2023). Entre otros reconocimientos, ha recibido el Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de Henríquez de los Premios Anuales de Literatura del Ministerio de Cultura de la República Dominicana, el Premio Nacional de Poesía Emilio Prud'Homme y el Premio Nacional de Poesía Universidad Central del Este. Piezas de su autoría fueron incluidas en una veintena de antologías poéticas, entre ellas Zur Dos (última poesía latinoamericana, Bartleby, Madrid, 2005), Jardín de Camaleones (la poesía neobarroca en América Latina, Iluminuras, Brasil, 2005), Cuerpo Plural (antología de la poesía hispanoamericana contemporánea, Pretextos, Valencia, 2010), Poesía esencial dominicana (Visor, Madrid, 2011), y País imaginario (Ruido Blanco, Ecuador, 2011; Amargord, Madrid, 2014). Ha sido parcialmente traducido al inglés, sueco, alemán, italiano e hindi.

(1)Batista, León Félix. Seis Amnesias, Pro Latina Press, Colección Gala de Poesía, ISBN 979 8 218 32156-7, 148 pp., Nueva York, EE.UU., 2023.



“Poética del no-saber o La mutante fragilidad de los entes”: una lectura del libro ‘Habría de abrir’ de Rolando Revagliatti

  María Rosa Maldonado   Y si se abriera, qué habría en el abrir, cuando la condición de abrir va con delicadeza impensada y, sobre todo, ...